“La clave se halla en la formación y evaluación del profesorado”
Jaime Martínez, creador del método matemático ABN, fue el inspector pionero en utilizar los métodos estadísticos en la provincia para evaluar la calidad de la enseñanza

El inspector de Educación Jaime Martínez fue uno de los pioneros en Andalucía en el estudio de la evaluación educativa a través de la estadística. Durante más de veinte años fue recopilando datos por todos los colegios de la provincia para detectar las debilidades del sistema. Uno de ellos era la baja competencia en matemáticas, por lo que ideó un sistema, el ABN, que acababa con la tortura de las cuentas. Consiguió que numerosos colegios en toda España lo pusieran en práctica con un absoluto éxito de resultados, como se puede comprobar en los libros que ha publicado sobre la materia. Sin embargo, los colegios públicos de Cádiz, donde se habían realizado las primeras pruebas, fueron abandonándolo y ahora es un método mucho más presente en la enseñanza concertada.
Su trabajo estadístico, de los que tiene registros desde buena parte de los años 80, la totalidad de los 90 y los primeros años del 2000 –hasta el año 2008– sigue teniendo utilidad a día de hoy “porque demuestra que la principal variable para obtener mejores o peores resultados no son las ratios, la procedencia socioeconómica del alumnado o si el centro es público o concertado, sino el factor humano”. Acuñó el término ‘centro-isla’, que hace referencia a la inexistencia de redes de conexión entre centros para conocer qué experiencias novedosas funcionan y cuáles no. De este modo, uno de los principales condicionantes en los resultados de los alumnos tiene que ver con que se caiga en un centro que en ese momento cuente con unos docentes más o menos preparados y más o menos volcados con el ejercicio de su oficio.
Por ello, Martínez siempre ha defendido que la mejora de la enseñanza sólo es posible a través de “invertir en la mejor formación del profesorado desde la Universidad y, posteriormente, durante su vida laboral. El profesorado tendría que ser la élite de la sociedad porque el material con el que trabajan es, precisamente, el futuro de esa sociedad”.
Como explicaba en las conclusiones de sus estudios, en los institutos públicos “se reconoce la insuficiencia de la formación psicopedagógica del profesorado y lo parcial e incompleta que es. Por otro, se establece un sistema de formación cuyas virtualidades quedan tan dependientes de la voluntad del profesor que casi dejan de existir. El profesor podrá formarse o no, podrá hacerlo en aquellos aspectos que tengan que ver con su trabajo o no, y podrá, a su albedrío, aplicar o no en su clase lo que ha aprendido. En ningún caso se llevará el más mínimo control sobre los efectos del sistema”.
En los estudios realizados hacia comparativas por centros de toda la provincia situados en lugares con condiciones sociales opuestas. Una de las conclusiones que extrajo era el escaso conocimiento que existía en algunos centros del entorno familiar de los alumnos: “Se juzga una necesidad urgente que los centros recojan los datos sobre el entorno del alumno de manera que se pudiera describir de forma operativa y homologada para todos los centros la realidad social de los escolares que albergan”.
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