El Puerto, 1986: Hay que acabar con los comunistas (primera parte)
Historia de Cádiz-Herzegovina | Capítulo 36
Pese a su rivalidad, PSOE y AP se unieron hace 39 años para arrebatarle al PCA la Alcaldía portuense en la primera moción de censura en la provincia de Cádiz
El pleno se celebró en medio de una gran bronca, con insultos, provocaciones y hasta lanzamientos de tomates
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Muere a los 90 años Rafael Gómez Ojeda, ex alcalde de El Puerto

No se lo pensó dos veces. Cuando en abril de 1945 Stalin, el líder político, militar, revolucionario y dictatorial de la Unión Soviética, se enteró de que en la otra punta del planeta acababa de fallecer Roosevelt cuando aún era presidente de Estados Unidos, quiso tener un detalle con él. Por eso ordenó que se colocaran unos bordes negros en señal de luto en todas las banderas rojas de la hoz y el martillo que ondeaban en los edificios oficiales de la URSS.
Aquella reacción chocó entonces a gran parte de la opinión pública y posiblemente ha seguido causando sorpresa a todo aquel que la ha ido conociendo con el paso de los años. Porque hablamos de dos personajes de ideologías radicalmente opuestas, de dos referentes indiscutibles del capitalismo por un lado y del comunismo por otro, y, además, porque hablamos de dos líderes que jamás tejieron una amistad entre ellos; es más, posiblemente nunca llegaron a fiarse el uno del otro. Pero sí es cierto que fueron aliados cuando el mundo más los necesitaba. Porque la unión de esas dos potencias, junto al respaldo también decisivo de la Gran Bretaña de Churchill, terminó siendo la pieza clave que impidió el avance del nazismo por toda Europa, acabando primero con Hitler y luego con la Segunda Guerra Mundial, cuyo 80 aniversario de su fin se viene conmemorando a lo largo de este año.
Esa unión de fuerzas, esa búsqueda de un objetivo común entre dos adversarios confesos, se ha dado en muchos momentos de la historia y en muchos ámbitos de la vida. Y, aunque evidentemente sin connotaciones bélicas de por medio, también ha sucedido en la provincia de Cádiz y en el ámbito de la política. Un ejemplo nítido lo localizamos en El Puerto de Santa María allá por octubre de 1986.
Hacía ya siete años de las primeras elecciones municipales de la democracia y en ese tiempo la localidad portuense había tenido siempre un alcalde comunista y un gobierno de izquierdas. El primer regidor del PCA fue Antonio Álvarez, quien en septiembre de 1981 cedió la Alcaldía al también comunista Rafael Gómez Ojeda, fallecido hace ahora un año. Y el gobierno municipal estuvo conformado en el primer mandato corporativo por el tripartito compuesto por el PCA, el PSOE y el PSA –otro de los famosos pactos de izquierdas que en 1979 apartaron a la UCD del poder en muchas instituciones– para circunscribirse luego, a partir de 1983, a un pacto más reducido con los comunistas y los socialistas como únicos socios al frente del Ayuntamiento.
Esos siete años de gobiernos de izquierdas en El Puerto funcionaron razonablemente bien pero sin excesivas alharacas. Los roces entre unos y otros siempre estuvieron ahí, con discrepancias constantes en la forma de gobernar la ciudad, y los choques fueron yendo a más conforme ese matrimonio fue cumpliendo años... hasta que todo estalló a finales de 1985.
La excusa oficial estuvo en las discrepancias surgidas en la negociación de los presupuestos municipales, pero realmente el detonante de la ruptura entre el PCA y el PSOE estuvo en los planteamientos tan radicales que ambos partidos tenían a la hora de abordar el futuro Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Los comunistas acusaban a los socialistas de un afán desmesurado por construir, y éstos venían a decir que los primeros estaban anclados en el pasado, que no tenían visión de futuro para el municipio.
Todo ello derivó en que a finales de 1985 los ocho concejales del PSOE rompieran el pacto, dejando solos en el gobierno, y en clara minoría, a los nueve ediles del PCA. Pero, además, pocos meses después, al inicio del verano, formalizaban la petición de un pleno extraordinario para votar una moción de censura contra Rafael Gómez Ojeda. La propuesta partía de los ocho ediles del PSOE y de los siete de Alianza Popular (AP) –el embrión de lo que pocos años después pasaría a ser el PP–, a los que se les sumaba Antonio Álvarez, el ex regidor que en 1983 logró un acta de concejal encabezando un partido independiente. Increíble pero cierto: socialistas y populares, ya enemigos confesos en toda España, unían sus fuerzas en El Puerto contra un adversario común. “Hay que acabar con los comunistas”, parecía ser el lema que movió a ambos partidos.
No sería correcto decir que PSOE y AP representaban entonces el bipartidismo, porque a esas alturas lo que existía era más bien un monopartidismo representado por un PSOE que tenía sendas mayorías absolutísimas en el Gobierno de España y en la Junta de Andalucía y que en la provincia acumulaba más alcaldías que nadie. Eran pocos los municipios en los que no triunfaban los socialistas, si acaso Jerez, que seguía entregada al andalucismo de Pacheco, y bastiones comunistas como Puerto Real, Sanlúcar y El Puerto. Y eso sin olvidar que, en su afán desmedido por abarcar poder, los socialistas hacía poco que se habían hecho con las alcaldías de San Fernando y Chipiona tras las criticadas maniobras de fichaje/compra de ambos alcaldes, Avelino Arias y Luis Mario Aparcero, respectivamente.
Cuando en El Puerto se presentó la moción de censura en el verano de 1985, la Ley Electoral no era igual a la de hoy. Tenía varias lagunas y una de ellas era precisamente la convocatoria de esas sesiones plenarias extraordinarias que debían posibilitar el relevo en la Alcaldía. Lo habitual en esos casos era que los regidores cuestionados se las ingeniaran para retrasar esos plenos todo lo que podían. Y eso fue lo que sucedió también en El Puerto, donde Gómez Ojeda dejó pasar una semana y varias, y un mes y otro y otro... hasta que la Audiencia Territorial de Sevilla, ante las presiones de los firmantes de la moción de censura, dio al alcalde portuense la orden expresa de convocar con carácter urgente ese pleno extraordinario. Y Ojeda acató, fijando la primera moción de censura en la historia de la provincia de Cádiz para el lunes 13 de octubre de 1986. Y ese día, a las siete de la tarde, comenzaba lo que terminaría siendo el pleno más vergonzoso que se recuerda en muchos kilómetros a la redonda.
“Escándalo” y “vergüenza” fueron sólo algunos de los muchos calificativos que usó Diario de Cádiz en sus ediciones de los días posteriores para explicar lo que había ocurrido en aquel salón de plenos. Y es que ese relevo en la Alcaldía se llevó a cabo en medio de una bronca monumental, con insultos constantes, provocaciones sin freno y hasta algún acto de gamberrismo. El más llamativo de ellos fue el lanzamiento de tomates a la bancada de AP. Pero es que hasta el nuevo alcalde, el socialista Juan Manuel Torres, tuvo que ser escoltado hasta su coche por la Policía Local al acabar el pleno ante el riesgo evidente de que pudiera ser agredido por una multitud que empezaba a rodearle en la calle. Quedó muy claro que los comunistas de El Puerto ni entendieron ni asimilaron aquella moción de censura.
Los discursos de unos y otros terminaron siendo lo que se esperaba pero elevado todo a la enésima potencia. Porque los que iban a ser apartados del poder recordaban, cómo no, que ellos habían sido los más votados en las últimas elecciones y que una alianza entre PSOE y AP era algo ilógico, y éstos decían que sí, que muy bien, pero que cuando no hay mayorías absolutas hay que pactar y eso era lo que ellos habían hecho. Pero todo eso, lo de unos y lo de otros, dicho en medio de unas acusaciones de una dureza supina.
“El PSOE me ha querido comprar”, afirmaba Gómez Ojeda, que apelaba a su honradez, su dignidad y sus 27 años de militancia comunista para no cambiarse de chaqueta. Y recalcaba además que dejaba la Alcaldía “porque no me doblego al nuevo movimiento nacional”, en clara referencia al PSOE. Es más, dijo que los socialistas pactaban con la derecha porque era el último recurso que les quedaba para acabar con él. “Bueno, les quedaba también la VI Flota, pero eso la reservan para cuando puedan echar a José Antonio Barroso", recalcó en referencia al entonces alcalde de Puerto Real.
El regidor entrante, Juan Manuel Torres, que pese a ser el número cinco en la lista del PSOE de 1983 dio el paso tras las salidas y/o renuncias de los que le antecedían en esa candidatura, justificó la moción de censura por la “inoperatividad inasumible” del gobierno local, criticando a los comunistas de ser unos “prepotentes” al no querer escuchar alternativas para el desarrollo de El Puerto. “No saben o no quieren encontrar soluciones”, le recriminó a sus ex socios antes de reconocer que rubricaban un pacto “atípico” con “la derecha” pero que justificaba por la necesidad de “anteponer el mandato popular a nuestros propios intereses”.
Y Manuel Moreno, que era el líder local del PP, también justificaba este acuerdo de gobierno con sus archienemigos socialistas “porque eso fue lo que pidieron los portuenses en las urnas”.
Y el pleno siguió durante tres horas, con unos llamando vagos a los que se iban del gobierno y éstos tachando a los otros de trepadores. Hasta Barroso, el alcalde de Puerto Real, cogió un micrófono para, desde el público, decir que no iba a reconocer al nuevo alcalde y para “dar las gracias a la derecha por haber desenmascarado a los socialistas”, a los que llamó “bilingües socialdemócratas”. Y al final se votó, primero a mano alzada para aprobar la moción de censura y luego en urna para elegir al nuevo alcalde. Y ambos resultados fueron idénticos: 15-9 contra los comunistas, un voto a favor menos de lo previsto ante la ausencia por causas mayores de un edil de AP.
Con el relevo consumado, al día siguiente se cerró el nuevo gobierno, entre los que estaba en las filas populares una entonces desconocida Teófila Martínez, que asumió la cartera de Urbanismo. Y no lo tuvo que hacer muy mal aquel gobierno de enemigos confesos porque volverían a reeditar ese pacto tras los comicios de 1987, año en el que el PSOE logró su primer y único triunfo en unas elecciones municipales en El Puerto de Santa María en 46 años de democracia.
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