El Rey y la tricolor

Monticello

19 de mayo 2025 - 03:05

Rafael Altamira y Crevea, un historiador y jurista español muerto en México en 1951, durante su exilio republicano, fue enterrado el pasado 10 de febrero, junto a su mujer, en el cementerio de Campello, la tierra en la que él había deseado encontrar el último descanso. El ayuntamiento de la localidad alicantina, gobernado por el PP, fue quien promovió la repatriación de este ilustre español y el gobierno valenciano sufragó los gastos de un acto en el que estuvo representado también el gobierno de España, y que fue presidido por el propio Rey Felipe VI. La modesta ceremonia oficiada, en la que estuvo presente una nieta de este republicano liberal, podría haber tenido, en otro tiempo político menos agreste, una carga simbólica suficiente como para integrar sentimentalmente, ya sea de forma efímera, la memoria de un país. Sin embargo, estos hechos fueron apartados a un lugar secundario de nuestra actualidad y ni siquiera se subsumieron como un exponente de memoria democrática. Dio la impresión de que un ejercicio de memoria, digamos en positivo y compartido al margen de dialécticas políticas, no pudiera merecer ese estatuto. En todo caso, la presencia de Felipe VI en un acto de reparación, como fue aquel, a un exiliado republicano, transmitió una idea ineludible. La Monarquía parlamentaria de 1978 no puede hoy, desde el propio trasfondo de valores republicanos que consagra nuestra Constitución, mirar a la Segunda República sin considerarla también parte de la historia democrática de España, ni tampoco negar una evocación fraternal a los republicanos españoles que perdieron su patria. La semana pasada, los Reyes de España acudieron al campo de concentración de Mauthausen, donde se estima que unos cuatro mil quinientos republicanos españoles murieron en condiciones inhumanas. Durante la visita, la Reina llevó en sus manos un pañuelo azul con la “S”, el signo con el que se identificaba a los “españoles rojos”. En varias fotos se puede ver caminar a los Reyes con varias banderas republicanas ondeando de fondo. Que esta imagen no fuera portada de ninguno de los principales periódicos nacionales dice bastante sobre los atavismos de nuestros monárquicos y nuestros republicanos. En todo caso, es un hecho muy valioso que nuestro Rey honrara a unos republicanos que padecieron el cautiverio o la muerte a manos del nazismo al que se enfrentaron. Por republicanos, murieron como apátridas y esa ignominia de España impone en ese lugar la presencia del Rey como jefe de nuestro Estado. Es decir, su presencia republicana.

stats
OSZAR »