Tanto monta

Tenemos nuevo Papa con un españolísimo Martínez de apellido materno que revela el origen de su sangre y la leche que mamó. El anterior era argentino, pero Bergoglio y Sívori, que no suenan lo castizo y orondo del patronímico de Martín.

Me gustaría pensar que este nuevo vicecristo dé el empuje decisivo a la canonización de la reina Isabel I de Castilla, que por algo fue llamada La Católica. Quitando diosas y heroínas, santas y vírgenes, la mujer de carne y hueso más decisiva en la historia de la humanidad ha sido Isabel La Católica. Si el día de mañana alguna mujer entrara en contacto con vida extraterrestre empataría con nuestra reina hispana y novohispana.

A ella le debemos la verdadera igualdad entre hombres y mujeres, con su legendario ‘tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando’. Discurso igualitario..., pero del siglo XV. Si fuera de su agrado, feministas contemporáneas como la señora Belarra o Montero podrían tatuarse el yugo y las flechas en los antebrazos en homenaje a los reyes paritarios y, si la osadía se lo permitiera, incluso en el canalillo.

En demérito de la Reina Isabel le atribuyen la expulsión de los judíos. Pero con los nuevos aires que se respiran y las actuales relaciones diplomáticas del reino de España, lo que antaño fuera perverso y reprochable, hoy puede ser vanguardista. Un nuevo motivo para que en las manifestaciones pro palestina se enarbolen banderas y gallardetes con el yugo y las flechas.

Pero si algo llamó la atención en la vida de nuestra mayor reina fue su testamento. Un canto a los derechos humanos de los indios americanos y a la igualdad con los españoles para que procrearan los unos con las otras y los otros con las unas. Fruto de esa coyunta resulta que la mitad de los católicos que hay en el mundo estén en América, gracias al plan de fertilidad de la reina castellana. Así que esperemos de Papa Martínez que la eleve a los altares.