LO QUE HEMOS VISTO Y VEREMOS

Quousque tandem

19 de mayo 2025 - 03:05

Un gusto refinadísimo, un juicio ponderado, un entendimiento agudo, una pasión fría, perseverante, lenta, inflexible. Tal fue la impresión principal que me produjo, cuando lo conocí, este hombre notable, cuya amistad gocé en creciente medida, a través de las vicisitudes de la política durante treinta años”. Creo que no es necesario que les diga que estas líneas no están escritas por el señor Ábalos, ni por el presidente del gobierno, ni dedicadas entre sí, ni a ninguno de ellos, ni por ellos a tercero alguno. Y si alguien pudiera albergar alguna duda al respecto, fruto más de su generosidad y bonhomía que de nuestra experiencia como gobernados, le recomendaría leer los mensajes de Whatsapp publicados estos días y estoy seguro de que acabará exclamando como el viejo Shallow ante sir John Falstaff en Campanadas a medianoche: “¡Oh Jesús! ¡Las cosas que hemos visto.”

Desgraciadamente para todos, no nos gobiernan gentlemen como sir Arthur Balfour a quien Churchill dedicaba las palabras que encabezan esta columna, a la vez que recordaba el modélico lema colegial de los wykehamists: “Las maneras hacen al hombre”. Nuestra clase política ha quedado reducida a puro pandillerismo como podemos deducir de los términos utilizados en las vergonzosas conversaciones de Whatsapp. Un prontuario de insultos, machismo, zafiedad y grosería, imposible de ocultar bajo el manto del recurso a la confianza, la naturalidad o la intimidad de la conversación.

Cada sesión parlamentaria recuerda a un episodio más de alguna de esas series de los bajos fondos neoyorquinos en las que las distintas pandillas intentan hacerse con el control de las calles. Pero sin banda sonora pegadiza, ni historia de amor como en West side story. Todo puro telefilm y Serie B, aunque al menos, no llegan a las manos. Saber decir lo que sea preciso en cada momento, con sabiduría, dignidad, gracejo y la suavidad del puño de hierro en guante de seda, es signo evidente de civilización. En cambio, cuando tantos, con la torpeza de la soberbia y la necedad de la ira se vanaglorian de ofender hasta a sus más cercanos y disfrutan chapoteando en el lodazal de la zafiedad, es evidente que nos encaminamos a buen paso hacia la barbarie.

No hay nada que nos defina mejor que nuestro comportamiento con y respecto a los demás y mucho más, sin duda, en privado que en público. “¡Oh Jesús! ¡Las cosas que estamos viendo! ¡Y lo que veremos!”.

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