Los mensajes delatores

La esquina

17 de mayo 2025 - 03:06

La divulgación de los mensajes de Whatsapp intercambiados entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos y divulgados por este último ha desasosegado al primero y, en consecuencia, al PSOE entero. Sánchez contestó como suele: interpelado en el Congreso, se burló del liderazgo de Feijóo y pronosticó su derrota segura. El PSOE, también como suele: todo es una violación de la privacidad del presidente, al que se busca destruir.

El desconcierto ante las filtraciones con cuentagotas y el descontrol sobre los tiempos y el relato explican las contradicciones del poder. Se pasa de considerar irrelevantes los wasaps (cotilleos, casquería, de menos enjundia que los compartidos en los grupos de primos, incluso puras mentiras) a denunciarlos como el más grave atentado a la intimidad del jefe de Gobierno, merecedor de una investigación penal de oficio mientras la víctima sopesa si querellarse o no.

La irrelevancia política de los mensajes es relativa. No hay en ellos, ciertamente, ningún reflejo de una acción ilegal o ilícita, salvo el caso de la presunta intermediación de Begoña Gómez en el rescate de la compañía aérea Air Europa. El problema, para el PSOE, es que carece del control de la situación y está en manos del filtrador resentido que marcha camino del banquillo.

Además, son políticamente relevantes por lo que desvelan del personaje cuestionado, su moral, su concepción del poder y su forma de hacer política. Que se refiera a colaboradores estrechos y compañeros de partido como petardos, tocacojones y pájaras es malsonante, pero nada insólito en todos los partidos, en privado. Dentro de ellos están los verdaderos enemigos, como advirtió Winston Churchill.

Por contra, que dé ordenes a un subordinado de reñir y leer la cartilla a dos presidentes de comunidades autónomas elegidos por sus conciudadanos supone una clamorosa falta de respeto a instituciones del Estado por parte de quien primero prometió defenderlas. Y retrata cómo concibe el autor la organización y la vida interna del viejo partido socialista: un instrumento al servicio de un Líder intocable en el que la discrepancia está castigada de una u otra forma, el debate se hace imposible y la militancia deja de pensar por su cuenta por falta de utilidad.

Tampoco es irrelevante la complicidad absoluta entre Sánchez y Ábalos que delatan los dichosos mensajes, surgida de la compartida sensación de impunidad que el tiempo ha roto. Ahora el segundo mancha al primero.

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